jueves, 5 de mayo de 2011

8 DE MAYO: DÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN - DÍA DE LA CRUZ ROJA

Día de Nuestra Señora de Luján
Patrona de Argentina

Ocurrido el milagro de 1630, los troperos relataron el suceso que habían presenciado. La noticia se fue propagando de uno a otro, año a año, la cantidad y el fervor de los fieles devotos fue en aumento. Actualmente, millones de promesantes anualmente se hincan para rendir tributo a la imagen de la Virgen María.
En su día, el 8 de mayo, miles de fieles se reúnen en la Basílica de Lujan en su honor.Cada 8 de diciembre, y cada primer sábado de octubre, miles de peregrinos marchan a pie hacia la basílica de Luján desde el santuario de San Cayetano en Liniers, ciudad de Buenos Aires. La primera peregrinación juvenil, que se hace el primer fin de semana de octubre, se realizó en octubre de 1975.

La Vírgen de Luján es una pequeña imagen de la Inmaculada; está hecha de arcilla cocida modelada en Brasil y  fue enviada a Argentina en mayo de 1630. Su apariencia original parece inspirada en las Inmaculadas de Murillo, pero en 1887 para detener su deterioro, fue recubierta de una armazón de plata sólida, y normalmente aparece revestida de una rica túnica blanca con encajes dorados y un manto color celeste (los colores de la bandera argentina), que solo dejan ver su rostro y sus manos unidas en actitud de oración
Gobernaba el vasto Imperio Español el rey Felipe IV, de la familia de los Austrias, y el Papa Urbano VIII reinaba en la Santa Iglesia Romana. Un portugués, Don Antonio Farías de Sáa, dueño de una estancia en el pago de Sumampa, le encargó a un amigo, marino, que le trajera de Brasil una imagen de la Virgen, ya que deseaba establecer en una capilla a la Inmaculada Concepción de María su hacienda. El marino, llamado Andrea Juan, cumplió el encargo,  y le envió sino dos imágenes que llegaron al puerto de Buenos Aires.
De bulto y arcilla cocida, dispuestas en cajas de madera para que no sufrieran daños en todo el viaje, una mostraba a la Virgen en su Concepción –es la que hoy se venera en el Santuario de Luján-, la otra, con el Niño Jesús en sus brazos.
El pedido de la imagen se formuló a mediados de julio de 1629. Una de ellas, la que representa a Nuestra Señora en su título de Madre de Dios, fue fabricada en el nordeste del Brasil. La otra, que la representa en su Purísima Concepción, es típicamente paulista y superior a su compañera en contextura y forma.
El 23 de marzo de 1630, llegan las imágenes con Andrea Juan; en Buenos Aires, las cajas con las imágenes fueron cuidadosamente almacenadas en carretones para trasladarlas.
Durante el mes de mayo de 1630, hacia el norte por el Camino Viejo a Córdoba, marchaba la caravana, tras dos días de marcha, se detuvieron para pasar la noche cerca de la estancia de un tal Rosende, próximo al río Luján. Al amanecer del día siguiente, el conductor de las imágenes amarró sus bueyes, los ató al carro y picándoles con el aguijón se dispuso a continuar su ruta. Pero extrañamente vio que los bueyes no se movían y aunque redobló sus esfuerzos y provocó a los animales de muchas maneras copudo arrancar el carretón. Para ayudarlo, llegaron otros hombres que amarraron mas bueyes al carretón, pero no pudieron lograr que avanzara. Entonces se acercaron varios peones de la estancia de Oramas y decidieron aliviar el peso del carretón. Descargaron los bultos y al punto lo movieron los bueyes con la mayor facilidad. Como la carga era la misma que habían traído de Buenos Aires preguntaron al conductor qué llevaba y éste les le respondió que conducía dos imágenes de Nuestra Señora; los peones quisieron asegurarse si el obstáculo provenía de ellas. Entonces subieron las dos imágenes en el carretón y, en efecto, éste permanecía inmóvil como al principio. Luego sacaron una de las cajas y el carretón siguió atascado; sacaron la imagen restante y los bueyes giraron las ruedas sin dificultad.
Frente a tan asombrosa realidad, los troperos llevaron la Santa Imagen a la casa de Rosende para guardarla. El hacendado hizo construir una humilde capilla de techo de paja y piso de tierra que quedó al cuidado de un negrito llamado Manuel, éste era el acompañante del conductor de las imágenes.
La noticia del milagroso hecho se divulgó rápidamente y bien pronto fueron muchos los fieles que emprendieron el viaje para venerar la imagen. La cantidad de peregrinos fue aumentando a medida que se difundía la noticia. Al respecto, el historiador sacerdote Felipe Maqueda señala en las "Noticias" del año 1812 que "como eran tan continuos los prodigios que se experimentaban, era también incesante el concurso de la gente que venía de lejos en romerías a visitar la Imagen de Nuestra Señora".
La sagrada imagen permaneció en el lugar unos cuarenta años. Hacia 1671 "la estancia de Don Rosende se hallaba en lastimoso estado por es abandono de sus dueños, y consecuentemente la Capilla de la Virgen quedó abandonada. A este abandono contribuyó también en aquellos años el haberse cerrado el Camino Viejo a Córdoba que por ahí cerca pasaba, el justo temor de los indios infieles y la indiferencia con que las Autoridades Eclesiásticas hasta la fecha habían mirado tal devoción. Solo el negro Manuel logró en esos años mantener vivo el culto a Nuestra Señora. Por tal abandono los peregrinos padecían algún desconsuelo, porque no había en aquel lugar casa ni rancho donde hospedarse y frecuentar las visitas.
Pasando los años, Doña Ana de Matos, dueña de una estancia sobre la margen derecha del río Luján, a unos treinta kilómetros hacia el oeste de los campos de Rosende, le ofreció al maestro Juan Oramas comprarle la imagen y trasladarla a su estancia. Allí estaría más segura y sería más accesible para los peregrinos.
Juan Oramas, por entonces Cura de la Catedral de Buenos Aires y heredero de los bienes de Rosende, no dudó "en condescender a la propuesta de Doña Ana porque los motivos que ella aducía eran a todas luces razonables, y también" –cuenta el historiador Felipe José Maqueda- "porque se persuadía que los concurrentes a la Capilla le robaban el ganado de la estancia, y dicha Señora Ana correspondió agradecida en darle alguna gratificación, no menos que doscientos pesos. Llevó la Santa Imagen a su casa y la puso en un cuarto decente, con ánimo de edificarle una capilla pública".
Ni bien llegada la imagen de la Pura y Limpia Concepción a su nuevo hogar se produjeron una serie de hechos milagrosos. Ocurrió que al día siguiente del traslado, Doña Ana advirtió alarmada que la Sagrada Imagen había desaparecido del lugar donde estaba ubicada con el mayor cuidado. Al no hallarla en toda la estancia a pesar de intensa búsqueda, su intuición le dijo que quizá hubiese regresado la Virgen a su antigua Capilla. Cuando verificó la certeza de su presentimiento, fue por Ella a lo de Oramas por segunda vez y por segunda vez volvió a faltar de su casa, encontrándose nuevamente en la vieja Ermita sin presencia de alguien.
Desconsolada Doña Ana con tan extraño acontecer, no se atrevió a intentar la traslación por tercera vez, porque pensó que volvería a suceder lo mismo y además temió que la Virgen la castigara por su porfía cuando a su parecer le daba a entender que no le gustaba estar en su casa. Entonces decidió anunciar esperanzadamente la novedad a las autoridades eclesiásticas de Buenos Aires. Trasladados al lugar y verificada la veracidad de los hechos, el Obispo y el Gobernador del Río de la Plata levantaron en andas.




Día de la Cruz Roja

El 8 de mayo se celebra el Día Internacional de la Cruz Roja. El 8 de mayo de 1828, en Ginebra, nació en el seno de una familia religiosa el fundador de este organismo, Henry Dunant. De este hombre peculiar de Ginebra nació un movimiento que hoy se extiende por todo el mundo...
Dedicado a los negocios, en 1859 Dunant estaba en el norte de Italia el mismo día que el ejército austriaco se enfrentó con el francés y el piamontés, en la famosa batalla de Solferino. Esa noche hubo 40.000 muertos y heridos en el campo de batalla y pudo observar cómo la mayoría quedaban desatendidos por falta de asistencia, ya que los servicios sanitarios eran casi inexistentes.
Henry pidió ayuda a las mujeres de los pueblos vecinos y pudo socorrer a algunos heridos. Esto le dejó tanta huella que escribió un libro, Recuerdo de Solferino, donde relataba la idea de crear sociedades de socorro en tiempo de paz “para cuidar de los heridos en tiempo de guerra por medio de voluntarios entusiastas”. Esta idea sirvió a un grupo de ciudadanos suizos para formar el comité que dio origen, en 1863, al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Este comité organizó una conferencia en 1864 en donde participaron 16 países europeos, que aprobaron un marco jurídico con los fines fundamentales de la Cruz Roja. Tales fines vienen a decir que los heridos, los vehículos y el material sanitario deben ser considerados como justos y objetivos y, por lo tanto, protegidos en los conflictos bélicos. Se establecieron siete principios esenciales, a saber: Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Carácter voluntario, Unidad y Universalidad. También se adoptó el signo de una cruz roja sobre fondo blanco como emblema que otorgaba la neutralidad al personal y equipos médicos en el campo de batalla. El emblema, que es la bandera suiza invertida y que pretende homenajear a este país, dio nombre a todo el movimiento. En 1876, Turquía estableció el símbolo de la Media Luna Roja en vez de la Cruz Roja, emblema que se extendió por los países musulmanes.
La I Guerra Mundial fue un gran desafío para la Cruz Roja: miles de voluntarios se movilizaron para ayudar a los heridos en los campos de batalla y en 1917 el CICR obtuvo el Premio Nobel de la Paz. En dos ocasiones más ganó este premio: en 1944 y en 1963.
Henry Dunant vivió en la miseria y en el olvido durante muchos años. En 1895 un joven periodista le entrevistó, 30 años después de la batalla de Solferino. Su artículo provocó una respuesta abrumadora por parte de la gente y comenzaron a lloverle homenajes. En 1901 le concedieron el primer Premio Nobel de la Paz. Murió a los 82 años, en 1910. De este hombre peculiar de Ginebra nació un movimiento que hoy se extiende por todo el mundo...